Chispas en la hoguera

viernes, 19 de julio de 2013

Capítulo 16: Los Geneviev [Parte 2]

Nota de la autora ~> Casi todo el capítulo narra los recuerdos de Julian sobre su pasado cuando tenía 10 años, pero no está en cursiva porque a algunas personas les era incómodo para leer. 
Este capítulo tiene muchos paralelismos jeje~ Espero que os guste y tengo la duda sobre si este tipo de capítulos (contando el pasado de 'x' personaje) se os hacen aburridos. Decídmelo por favor.
AHHH, por si no os acordáis, el Julian de sus recuerdos acaba de llegar a la casa de los Geneviev, por si os perdisteis.
Un beso enorme Submundianos. ¡Disfrutad la lectura!




El niño se distrajo al verlos llegar y su contrincante lo derribó de un golpe.
Julian pensó en ir a ayudarlo a levantarse, pero Laplass Geneviev empezó a aplaudir con una clara cara de satisfacción.
—Muy bien Deban, si sigues esforzándote tanto quizás consigas vencer a mi hija cuando empieces a tener canas.
La niña giró sobre sus talones e hizo una reverencia burlesca al muchacho que acababa de derrotar. No parecía mucho mayor que ella, pero sí la superaba en grandes proporciones en altura y sin duda alguna, en fuerza. Julian se sintió un poco intimidado ante la mirada de rabia que les dirigió el chico. Recogió su espada y se fue quitándose el sudor de la frente, sin mediar una palabra más con ellos.
Cuando se hubo ido, la niña de alborotada melena rubia se acercó a ellos casi dando saltitos y clavó unos grandes ojos grises en Julian, el cual, cada vez se sentía más incómodo.
—Da gusto ver que sigues en forma, princesita—comentó jovialmente su padre, dándole una fuerte palmada en la espalda. Julian no estaba seguro de que el término “princesita” le cuadrara mucho con esa fierecilla—Te presento a Julian DuFrain, el Elementar del Viento.
image—¡¿Esta finusmía es un Elementar?!—preguntó abriendo aún más sus grandes ojos.
Julian se encogió sobre sí mismo. La niña tenía la misma altura que él, portaba una espada, que aunque pequeña, no dudaba en que estaría afilada, y no tenía una constitución flacucha como la suya, sino que se la veía fuerte y saludable.
—¡María!—la regañó el señor Geneviev—Qué modales. Es nuestro invitado de honor y será uno de tus compañeros desde ahora.
María se carcajeó y hubo algo en su risa que la hizo parecer más una niña y menos una fiera. Le tendió una mano a Julian.
—Entendido. Seguro que nos llevaremos bien, ¿eh, renacuajo?
—¿Renacuajo?—farfulló el muchacho, frunciendo el ceño.
No contestó. Simplemente le dio el apretón de manos más doloroso de su vida y sin previo aviso, lo arrastró por el patio hacia saben los Dioses dónde.
El señor Laplass desapareció dejándolo en manos de su hija y llegó un punto en el que entraron al interior de la mansión. La cual era lujosa, sí, pero estaba muy lejos de lo que Julian había esperado. En vez de los cientos de criados que pululaban por los pasillos en su imaginación, lo que correteaba por los salones eran niños, muchos niños. Su primer pensamiento fue que los señores Geneviev tenían muchos hijos. Al parecer, su acompañante debió notar que estaba patidifuso, porque le dio un tirón en la ropa para apurarlo.
—Son aspirantes al puesto de Guardián.—explicó—En mi familia entrenamos a muchos de ellos, aunque también hemos sido líderes de la Casa Blanca desde hace generaciones.
—Oh...
Pararon delante de una preciosa puerta tallada en la más exquisita madera. María entró y cuando Julian pretendió hacer lo mismo, le sacó la lengua y lo echó afuera de un empujón.
El muchacho se quedó esperando, sentado en el suelo viendo como los demás niños pasaban a su alrededor, mirándolo intrigados, hasta que una figura alta se plantó en frente de él.
—¿Uno nuevo?—inquirió con voz amable.
—¿Qué?
—Te pregunto si eres nuevo por aquí. No te había visto nunca.
Julian se enderezó y encontró a un joven moreno de espalda corpulenta. Era más mayor que él, eso seguro, pero tenía una mirada tan benévola que le sonrió con un poco más de seguridad.
—Sí, creo. Soy Julian, ¿y tú eres...?—quizá podría irse con él en vez de con la niña rubia, que aún lo amedrentaba un poco.
—Mark Geneviev, un placer—le dio un suave apretón de manos y luego su voz se volvió un poco más severa—Y dime, Julian, ¿qué haces sentado en la puerta del cuarto de mi prima?
Era un Geneviev. Sí, definitivamente había algo en la forma en la que los otros niños lo observaban, como si fuera alguien importante.
Antes de que pudiera contestar, María salió de su habitación, cambiada en un vestido rosa pastel con una diadema blanca y unas preciosas sandalias que se enroscaban como serpientes en sus pantorrillas.
—¡Mark!—dijo la niña saliendo de su habitación. Tras abrazar a su primo, dirigió su mirada a Julian—Veo que ya os habéis conocido.
No era como si con ese drástico cambio dejara de ser un tanto intimidante, solo que ahora lo echaba hacia atrás su aspecto noble; la vestimenta que se pondría una niña de clase alta. Y la actitud. La actitud tampoco había cambiado, los aires de confianza en sí misma, que no solo los notaba en María, sino también en su primo.
Comparado con ellos, Julian pensaba que el apodo burlón que había recibido le encajaba a la perfección. Se sentía como un renacuajo nadando entre grandes y opulentas ranas.
—Si sigues hablando con nosotros vas a llegar tarde a tu clase de arpa—advirtió Mark.
—¡Ah! ¡No! ¡Adiós!—María salió corriendo, provocando las riñas de todo adulto que se cruzaba en su camino.
Aunque Julian aún no sabía qué pensar de ella, le cogió por sorpresa su repentina marcha y empezó a temer quedarse solo rodeado de completos desconocidos. Mark pareció notarlo y le dio una palmadita de ánimo en los hombros.
—Ya me habían avisado de tu llegada, ven.—Al ver que Julian no andaba lo fue empujando desde atrás—Vamos, vamos. Te enseñaré nuestra habitación.
<<¿Nuestra?>>
Mark le mostró el que sería su cuarto. A Julian le agradaba: era acogedor, no muy grande y tenía estanterías repletas de libros. Había dos camas que estaba deseando probar después del viaje en carroza y una ventana que daba a un patio arenoso cubierto.
Tras instalarse bajaron a cenar. Por costumbre, Julian fue hacia la cocina, pero Mark le explicó que allí solo comían los criados.
El comedor en el que entraron era enorme. Había un cúmulo de mesas apiñadas en las que una veintena de niños devoraban la carne de cerdo y sorbían con la felicidad de quien no tiene preocupaciones la sopa. En el medio de la sala se extendía una mesa redonda que parecía presidir la cena. Pudo distinguir en ella al señor Laplass Geneviev y a María. Los demás rostros no le resultaron conocidos. María los vio y los saludó con fervor, seguido de una riña por la mujer que tenía al lado, instándola a que no gritara.
Julian, que en esos momentos ya había atraído casi toda la atención del comedor, estaba demasiado avergonzado como para devolver el saludo. Siguió a Mark con la cabeza gacha y las mejillas encendidas. Laplass Geneviev se levantó y le indicó que se sentara frente a él, entre Mark y una anciana de rostro amable.
Esa noche conoció a Moria, la mujer que había estado regañando a María y señora de la casa, de la cual solo aprendió que le gustaba mantener el orden. También conoció a Renela, la tía de María y Mark.
Al subir las escaleras para volver a la habitación creyó notar que algunos niños lo miraban con hostilidad.
Apenas pudo dormir aquella noche. Pensó en su padre, que había salido para traer de vuelta a su madre, desaparecida hacía meses. Cerró los ojos con fuerza y deseó que los dos volvieran sanos y salvos pronto.

Le dejaron unos días para acostumbrarse a su temporal nuevo hogar. El sitio dejó de darle tanto miedo, pues casi nadie le hacía mucho caso, lo cual él apreciaba, ya que así podía andar a sus anchas. De vez en cuando algún niño se le acercaba, pero al ver que Julian era tan callado, se marchaban. Julian comenzó a preocuparse de que pensaran que estaba siendo descortés con ellos. Simplemente, le costaba abrirse a los desconocidos y tampoco creía que esos chicos quisieran ser sus amigos si lo llegaban a conocer de verdad.
Sin embargo, hubo alguien con quien decidió intentar hablar: Mark.
Era un muchacho extraño, pero interesante. En apenas un año, con sus quince recién cumplidos, debutaría en las Pruebas Guardianas y toda la Casa Blanca estaba emocionada por el acontecimiento, sobre todo los Geneviev, que esperaban ansiosos el asegurado éxito de su sobrino. Mark le había confesado que no compartía la emoción, pues él habría preferido estudiar y convertirse en médico.
A Julian le caía bien Mark, en especial porque a este no le molestaba su timidez, ni lo forzaba a hablar. Pero cuando hablaba de su prima, Julian dejaba de escuchar. Tenía una especie de complejo de hermano mayor que lo obligaba a alabarla más de lo que sería considerado normal y sobreprotegerla. Julian pensaba que esa niña necesitaba cualquier cosa menos protección. A veces, cuando se aburría, echaba una ojeada por la ventana de su cuarto, cuya vista estaba orientada al patio interior de entrenamiento. Allí era donde los aprendices de Guardián practicaban el manejo de las armas, el combate cuerpo a cuerpo y desarrollaban las habilidades que necesitarían para entrar en la Guardia. Y se lo tomaban muy en serio...casi todos. La pequeña María, con sus siete años de edad, rebosaba seguridad, fuerza y entusiasmo. Hasta el momento, Julian solo la había visto derrotada por los chicos veteranos, que le llevaban unos cuantos años y unas cuantas cabezas.
Casi no hablaba con ella, un simple saludo a lo lejos cuando se encontraban por los pasillos, ella de camino a un entrenamiento, o a una clase de música, o quizá de costura.

Pronto, sus días de descanso terminaron. Le comunicaron que iba a iniciar su preparación, pero que al no contar con ningún otro Elementar, tendrían que aplicarle las lecciones generales.
Lo pusieron en la clase de los principiantes, algo que Julian agradecía. Aún así, no se pudo evitar ver la incompatibilidad que tenían el chico y la lucha.
Los días posteriores fueron un desastre: las armas más ligeras le resultaban pesadas, no poseía la fuerza bruta ni la resistencia física de los otros muchachos, pero al menos era ágil y lo suficientemente rápido para defenderse a su manera.
Su maestro, harto de que no devolviera los golpes, le sugirió que soltara la espada e intentase hacer algo con el aire, que para algo era su elemento.
Julian no comprendía muy bien a qué se refería y para empeorarlo, Mark y María habían decidido pasarse a mirar.
Aún no había descubierto mucho acerca de su don, pero lo que sabía con seguridad era que no funcionaba bajo presión; necesitaba tranquilidad y no podía conseguirla con todos los ojos centrados en él. Con el presentimiento de que estaba a punto de hacer un gran ridículo, decidió al menos no rendirse sin intentarlo, así que cogió aire, cerró los ojos e imaginó que no había nadie más a su alrededor. Escuchó a su rival aproximándose e hizo lo primero que se le vino a la mente: echar la respiración contenida.
Antes incluso de abrir los ojos, oyó una carcajada. Al parecer, el soplo había sido tan fuerte que su contrincante perdió el equilibrio y cayó. La carcajada venía de María.
Julian sonrió, contento de haberlo logrado, justo antes de ser derribado de un golpe, perdiendo definitivamente el combate.
Los niños habían pasado el resto de la clase riéndose de Julian, pero el entrenador parecía satisfecho y cuando terminaron, María se acercó a darle un codazo y felicitarlo.
A partir de ese día, fue a verlo con Mark las pocas veces que tenía tiempo libre. Julian también empezó a verla desde la ventana con más interés y terminó por tomar la costumbre de bajar hasta la arena para hacer una silenciosa observación de sus progresos. No obstante, por mucho que intentase imitar sus movimientos, su uso con las armas seguía siendo bastante lamentable. Por otra banda, su don evolucionaba más rápido, aunque no lo suficiente para ganar una pelea.
Al principio eso era lo único que los conectaba; ver como luchaba el otro. Hasta que un día, Julian se ganó su amistad con unas simples palabras.
—Mmmm...—murmuró degustando un pastelillo de moras—Creo que podría comer solo esto durante todo el año.
Lo dijo, por supuesto, sin saber que había sido la propia María quién lo preparara. Así que durante la siguiente semana fue atiborrado a dulces por la niña, que estaba encantada.
Julian acabó sintiéndose culpable de que malgastara el tiempo que los otros empleaban jugando cocinando para él.
<<Tiene siete años, debería estar divirtiéndose>> pensaba.
Pero María no tenía tiempo para eso. Siempre se la veía feliz, corriendo de un lado a otro y siendo reprendida constantemente, sobre todo por su madre. Era la mejor en las clases, mas Julian jamás vio al entrenador elogiándola, sino exigiéndole más.
Por lo tanto el Elementar decidió tomar cartas en el asunto. Dejó de pasar las noches leyendo para dedicarse a inventar juegos con el viento que pudieran entretener a la niña.
Cuando hacía temblar las camas con María y Mark encima, como si estuvieran en mitad de una tormenta marina, o pasaba con un soplo las páginas de su libro de cuentos favorito para que ella gritara emocionada: “¡Alto!” y así escoger cuál les leería Mark aquella noche...
Fueron esos pequeños juegos los que los fueron convirtiendo poco a poco en un trío inseparable.
Julian no había dejado de ser tímido, es más, con el resto de niños ni siquiera hablaba y a estos no les agradó descubrir que había trabado amistad con los dos Geneviev.
Sencillamente, Mark y María eran diferentes. Ella era la más pequeña de los tres y aún así llamaba a Julian renacuajo, riéndose de que tuviera casi la misma altura que ella a pesar de la diferencia de edad. Pero a él no le molestaba, porque sabía que en cuanto viera una araña se subiría a su espalda y le pediría al borde del llanto que la echase.
Mark era mucho más tranquilo, y aunque solo hubiera cuatro años entre ellos, simulaba ser mucho más mayor. En las lecturas nocturnas que ya se habían convertido en una costumbre, era Mark quien sostenía el libro y les leía en voz alta, hasta que los dos se habían quedado dormidos, por lo que los colocaba cada uno en una cama y él se dormía en el suelo.
María recibía grandes broncas por ello. A todos les parecía indignante que una señorita como ella durmiera en un cuarto de hombres, y además hiciera dormir a su primo en el piso.
De poco servían las amenazas de sus padres, pues si la obligaban a ir a su cuarto, por la madrugada se escapaba y se colaba en la cama de uno de los chicos.
Puesto que ella insistía en estar con ellos y ellos tampoco la echaban, al final no tuvieron más remedio que instalar allí una tercera cama.
Lamentablemente, la felicidad de Julian no duró mucho.
Varios meses después de su llegada a la mansión, recibió noticias de su padre: lo habían encontrado, no solo a él sino también a su madre. El señor Laplass le decía esto con un tono sombrío, pero Julian no lo dejó terminar. En cuanto mencionó que un carro los había dejado en la entrada, salió corriendo a reunirse con ellos, sin escuchar las advertencias tras él.
Su primer pensamiento al abrir las puertas de la entrada fue preguntarse por qué estaban dormidos.
Los cuerpos habían sido colocados con toda delicadeza sobre un carro, dejándolos en una posición natural y relajada. Los ojos estaban cerrados, pero sus caras lucían demasiado pálidas, sin vida.
Julian cayó de rodillas con la mirada fija en ellos, sin pestañear. Escuchó un grito y no supo si provenía de él o de otra persona. Notó una mano en su hombro.
—Lo siento mucho, muchacho—dijo alguien irreconocible debido a que tenía la vista emborronada—Tu padre fue a por el híbrido que tenía a tu madre, pero...las criaturas de sangre mezclada siempre son unas ratas engañosas. Estoy seguro de que tu señor padre luchó con valor...
Julian se acercó al carromato sin contestar y cogió la mano de su madre. Estaba fría.
—Mamá...

Las siguientes semanas Julian no habló con nadie. Ignoraba a todos cuando se le acercaban y recibía más atención que nunca de parte de Mark y María, lo que aumentó la antipatía del resto de candidatos a Guardián. Ya antes les parecía débil, pero el ponerse así por la muerte de sus progenitores había sido la gota que colmó el vaso. La mayoría de sus padres eran Guardianes o soldados y sabían que cada día arriesgaban la vida.
—¡Su padre era zapatero! ¿Acaso tú te esperarías que un zapatero muriera asesinado por un híbrido?—decía María a los niños, tratando de defenderlo.
Pero eso solo les dio nuevos argumentos.
—¡Por eso los plebeyos no deberían intentar entrar en la Guardia!

Dos días más tarde, ocurrió el accidente.
Mark, Julian y María bajaron hasta la ciudad para visitar la librería. El chico ya charlaba con ellos, aunque seguía sumido en una espesa nube de tristeza. Se habían separado, yendo María hacia la pastelería acompañada de una escolta y Mark entrando en la librería, mientras el otro muchacho quedaba fuera mirando el escaparate. Julian ni se enteró cuando una mano lo agarró por el cuello de la camisa y lo empotró contra la pared maciza de la casa contigua a la tienda. Eran cinco niños de su edad, todos ellos provenientes de la mansión Geneviev.
—¿A qué viene esa cara de miedo, DuFrain?
El más alto de ellos lo tenía levantado un palmo del suelo.
—¡Vamos! ¿No eres un Elementar? ¡Enséñanos alguno de tus trucos!—rió otro.
Julian estaba demasiado asustado para reaccionar.
—El único poder que tiene este...—dijo el que lo mantenía sujeto, tirándolo al suelo—es ser el perro faldero de los Geneviev.
Julian apretó los dientes, queriendo replicar pero sin saber qué decir.
—Eso es, no abras la boca y ahora trágate esto como el buen perro que eres—dijo dándole un rodillazo en el estómago—Se ve que a ti de poco de han servido los entrenamientos, ¿eh, Elementar?
No había visto ese golpe venir y sentía unas horribles ganas de vomitar. Quiso levantarse para huir, pero uno de ellos lo volvió a empujar al suelo.
—¡Quédate donde perteneces, plebeyo!
El que lo había empujado sacó algo brillante y puntiagudo de su bolsillo.
—¿Qué os parece si dejamos una pequeña cicatriz en esa cara suya?
Tras eso, todo ocurrió muy deprisa. En el momento que la navaja avanzaba hacia él, alguien lanzó al niño hacia atrás y este giró demasiado rápido para deshacerse de quien lo sujetaba. La pequeña arma se escapó y unas gotitas de sangre cayeron al suelo.
—¡Dejadle en paz!—gritó la niña con los ojos húmedos del dolor y una mano pegada a su cuello, en la herida.
Julian estaba petrificado miranado las manchas escarlatas.
—¡Señorita Geneviev!—gritó el agresor presa del pánico—Yo...yo...no quería...
—¡Discúlpenos!—rogó otro.
—¡Largaos de aquí!
El grupo salió corriendo y la niña se acercó a Julian, tendiéndole una mano para ayudarlo a levantarse.
—¿Estás bien?
Julian temblaba, no por miedo, sino porque había visto la herida.
—¿Por qué...?—susurró, sin dejar de mirar fijamente a su cuello—¿Por qué interveniste?
María lo malinterpretó y le dio unas palmaditas en la cabeza, como si fuera la adulta responsable de él y no una diminuta chiquilla que luchaba por contener las lágrimas y se sorbía los mocos.
—Porque si no hacía algo les habrías dado una paliza, renacuajo—mintió con una sonrisa.
Mark salió de la tienda unos segundos más tarde y estuvo a punto de desmayarse al ver a su prima herida. Volvieron a la mansión con la mayor prisa posible y al llegar, Mark empezó a hacerle las curas al borde de un ataque de nervios. María insistía en que no dolía, pero sus gestos eran más sinceros que ella. Julian no entró en la habitación, ni dijo una palabra durante el trayecto de vuelta. Se encontraba apoyado en la puerta en completo sislencio, escuchando la conversación que se mantenía en el interior.
—¿Cómo se te ocurre meterte en una pelea así?
—Estaban pegando a Julian.
—¿¡Y si la herida hubiera sido peor!? ¿¡Y si yo no hubiese estado allí!?
—¡Estaban pegando a Julian!
—¡Tendrías que haber pedido ayuda, no inmiscuirte tú, María!
—¡Julian es mi amigo!
—¡Podrían haberte matado!
El corazón del Elementar se paró un instante.
—Esos niños no matarían a nadie.
—¡Podría haber ocurrido un accidente! Espero que al menos estés arrepentida...Dioses, María, fuiste muy insensata. Tenías que haberme llamado.
—¡No me arrepiento!
—¡María!
—¡No! ¡Y volveré a hacerlo si es por proteger a mi amigo!
La niña salió a trompicones de la habitación y chocó de golpe contra Julian, mirándolo unos instantes sorprendida, antes de cogerlo de la mano y llevarlo a rastras con ella. Mark salió por la puerta y María le echó la lengua, sin parar de correr. Los dos pararon su carrera en la mitad de un pasillo. Julian seguía temblando y María volvió a interpretarlo mal.
—No te preocupes, ya pasó...
¿Lo estaba consolando? Mark tenía razón. Podría haber ocurrido un accidente...podría...con lo insensata que era podría...La imagen del cadáver de su madre le vino a la mente.
—María, quiero que me escuches con atención, ¿de acuerdo?
La niña lo miró curiosa y se quedó en silencio, brindándole toda su atención.
—No soy tu amigo—dijo Julian.
—Claro que eres mi amigo.
—No—repitió, con firmeza. Le temblaban los puños, pero no dejó que se le notara en el rostro—Ni quiero que tú seas la mía.
—P-pero...—la pobre chiquilla titubeaba, confusa y dolida.
<<No quiero ver a nadie más morir. Y no quiero verte a ti en peligro por mi culpa>>
Lo único que le quedaba tras la muerte de sus padres era su futuro. Su futuro como Guardián. Un futuro que pensó que compartiría con sus dos amigos, sus dos únicos amigos, pero no podía ser. Ella era insensata y pequeña y se preocupaba demasiado por los demás. En algún momento de ese futuro, quizá intentase sacrificarse por salvarlo...y eso solo lo haría si lo apreciaba. Tenía que dejar de ser su preciado amigo en ese mismo momento.
—Eres muy molesta. Te crees muy fuerte, pero nada más ver un bicho te asustas—unas ligeras arruguitas de frustración cruzaron por la frente de María—Y comes como si fueras un viejo fraile gordo, en vez de una chica de clase noble. No tienes modales, no sabes comportarte.
Julian quiso abofetearse a sí mismo. Porque sabía que le estaba echando en cara las mismas cosas que le decía su madre todos los días. Estaba despreciando a una niña de la que nadie parecía sentirse orgulloso nunca. Julian quiso decirle que él sí estaba orgulloso, y que la admiraba. Pero en vez de eso, continuó.
—No sabes estarte quieta y solo te dedicas a importunar a los demás. No le tienes respeto a tus mayores, le llevas la contraria a tus padres y ahora incluso a tu primo. Eres testaruda y desobediente—le dio la espalda—¿Y aún esperas que sea amigo de alguien así?
Esperaba oírla llorar o que le pegase enfadada o que se marchara corriendo. Esperaba esperanzado que se hubiera ido, pero ahí seguía. Habló con claridad, con el tono que ponen los niños pequeños cuando están a punto de tener una pataleta.
—Eres un renacuajo—dijo, como si fuera lo más ofensivo del mundo. Hizo una pausa y lanzó un grito con su aguda vocecita—¡Y te odio!
Entonces sí, salió corriendo.
Intentó hacer lo mismo con Mark. No obstante, el chico era mucho más mayor y no se dejó llevar por las palabras de Julian, solo lo dejó acabar y suspiró. Se sentó a su lado.
—Si a partir de ahora vas a actuar así con todo el mundo, adelante, no voy a detenerte—lo miró seriamente—Pero no esperes que funcione conmigo.

Y así fue. Pasó el tiempo, primero los días...en los que Julian seguía igual que siempre, ignorando a todos. La única diferencia era su trato con María, no solo la ignoraba sino que cuando se dirigía a ella lo hacía de la forma más detestable posible. Eso, de alguna forma extraña, aumentó la simpatía de los otros muchachos hacia él, pues significaba que ya no era el favorito de una de los Geneviev.
Luego, las semanas y los meses...Julian ya no jugaba, se dedicaba a perfeccionar su don, que iba creciendo a grandes pasos, cosa que se notaba en las clases de adiestramiento. Pronto empezó a ganar los combates con relativa facilidad sin necesidad de un arma o si quiera tocar a su rival.
Tras un par de años, todo había cambiado. Julian solo tenía un amigo, Mark, que había sido prácticamente desterrado de la familia tras fallar en sus pruebas Guardianas. Fue acogido en la Casa Gris por el capitán Ahelod, así que el Elementar estaba solo. Completamente solo. El desprecio que le había hecho a María le estaba viniendo de vuelta y ella parecía odiarlo de verdad. Se había acostumbrado tanto a su nuevo muro para mantener a los demás a raya que ya no podía dejar pasar a nadie. Aunque de vez en cuando, por las noches solo en su habitación, pasaba con un soplo de aire las páginas de un viejo libro de cuentos y paraba con un: “Alto” para elegir qué relato recordaría.




El Julian del presente volvió en sí. Se había perdido en sus recuerdos. Los imbéciles de Strone y el resto seguían discutiendo a gritos, esta vez el tema de conversación volvía a centrarse en él. Julian estaba sorprendido de la cantidad de atención que atraía, aunque fuese por malos motivos. Decidió seguir leyendo y dejar de prestarles atención, a pesar de que algunos insultos no le pasaron desapercibidos. Al parecer cierta persona estaba algo enojada por tener que seguir lidiando con un Elementar en la siguientes pruebas. De repente, una voz distinta intervino en la conversación y Julian bajó el libro, volviendo a mirar la escena.
—Tranquilo, Strone, intentaremos no ponértelo muy difícil en la segunda prueba.
Strone Walter miró con desdén a quien acababa de llegar y rió.
—No ponérmelo muy difícil...lo que hay que oír...Oh, ¿pero es que ya está bien vuestra pelirroja? ¿O sigue sin poder andar?
Julian dio un salto desde la barandilla y cayó con ligereza en la arena, sin hacer ruido. Faltaba poco para terminar con su paciencia.
—Está perfectamente y dispuesta a machacarte. ¿Nervioso por tener a dos Elementar contra ti?—lo desafió la muchacha.
—Uno de ellos no tiene ningún poder que yo haya visto y el otro fracasará en alguna de las pruebas, es bastante obvio.
—Yo no veo la obviedad.
Strone sonrió.
—Por mucho que lo tengáis escondido entre las mantas de los Geneviev, sigue teniendo la sangre con la que nació...—se encogió de hombros—Solo es un zapatero con ansias de poder que acabará viviendo en una pocilga, donde nació y donde debería seguir.
—No te atrevas a hablar así de mi compañero, Walter.
A Julian le daba igual las ofensas del hijo del general, no era como si a esas alturas se fuera a sentir dolido por semejantes tonterías, pero...era otra cosa lo que lo estaba sorprendiendo, y que le impedía salir a acabar con esa estúpida discusión, pues quería seguir escuchando.
—Ya han manchado suficiente el nombre de tu familia, niña. Primero tu primo...luego tu tía...y ahora tú poniéndote del lado de ese plebeyo como si no fuera una falta de respeto hacia nuestra clase que este aquí...¿Sabes? En cuanto nos digan cuál es la prueba mortal, me aseguraré de que sea el primero al que mate.
Lo siguiente que escuchó Julian fue el desagradable sonido de algo partiéndose. María le había dado un puñetazo en la nariz a Strone Walter, que se la tocaba sin poder creérselo, empezando a sufrir una hemorragia.
—Te he dicho que no hables así de él, imbécil.—dijo la chica, frotándose los nudillos que le habían quedado enrojecidos.
Los otros chicos habían quedado con la boca abierta, pero estaban a punto de intervenir cuando repentinamente Julian avanzó casi corriendo hacia ellos y cogió a María por las piernas, subiéndola a su hombro y dejándola en el aire, manteniéndola sujeta solo con un brazo por su cintura.
—¡Eh! ¡DuFrain, suéltame!—gritó María pataleando.
Julian no le hizo caso y dio media vuelta, comenzando a andar en dirección contraria a donde se encontraban. Un grito lleno de blasfemias les llegó desde atrás y María contestó con otro grito aún peor. Strone reaccionó furioso ante esa contestación y fue tras ellos, pero el Elementar se giró y lo miró desde arriba, aprovechándose de que era más alto que él para intimidarlo. Arqueó una ceja.
—Más vale que te estés quieto.—le advirtió.
Volvió a girarse para seguir caminando con la chica aún cargada en su hombro gritándole, pero Strone seguía persiguiéndolos y sus compañeros parecían haber hecho lo mismo. Julian se cansó y se giró una última vez, haciendo ademán de dar una bofetada al aire y mandándolos a todos varios metros para atrás, con una violenta ráfaga de viento, que no solo los hizo desplazarse, sino que los tiró al suelo sin contemplaciones.
—He dicho que os estéis quietos.
No volvieron a hacer ademán de seguirlos.
Julian subió con suma tranquilidad las escaleras de la entrada, luego cruzó la recepción, subió las escaleras de esta, cruzó un pasillo, luego otro, volvió a subir unas escaleras de caracol, otro pasillo...todo esto mientras la pequeña rubia se desgañitaba y prácticamente el castillo en su totalidad los miraban como si estuvieran locos. Paró frente a una puerta y por fin, la dejó en tierra firme. María no esperó ni un segundo para seguir gritándole.
—¡¿Por qué has intervenido?!
Julian suspiró y con cara de malas pulgas, le dio unas palmaditas en la cabeza. En esos momentos estaba asombrado por muchas cosas. Le fascinaba como cambiaba la gente con el tiempo...y a la vez, lo poco que lo hacían. Ahora la muchacha rubia le llegaba apenas a la altura del pecho.
—Porque si no hacía algo les habrías dado una paliza, renacuajo.
El chico dio dos toques en la puerta y esta se abrió, dejando ver a Scarlett. Los miró con una leve sonrisa y Julian le dio un empujón a María para que entrara.
—La dejo en tus manos, intenta que no se meta en más líos por hoy.
—¿Ha pasado algo?—preguntó Scarlett preocupada.
Julian dio gracias al cielo porque esa pelirroja existiese. De alguna forma, sentía que si estaba con ella, todo iba a salir bien y que nadie, bajo ningún concepto, estaría en peligro. María empezó a quejarse de Strone y a remarcar que no necesitaba la ayuda de Julian y que su aparición fue innecesaria. Scarlett rió al escuchar lo del puñetazo y María intentó ocultar una sonrisilla orgullosa.

Antes de cerrar la puerta, Julian también sonrió. 

martes, 16 de julio de 2013

2 premios y adelanto del Cap. 16 [Parte 2]

¡He vueeeeeeeelto~! Después de mis vacaciones en París (muriendo de calor) y de haber flipado como una niña pequeña en Disneyland, regreso a Blogger con cosillas que tenía pendientes. 

El primer premio es de Rea y como ya se supone en estas cosas, tiene una serie de pasos a seguir.

1º Nombrar a quien te de el premio y subscribirte a su blog. (Nope. Si has sido nominado por mí más tarde, ignora lo de seguir si quieres. Lo de obligar a seguir no me gusta nadita uwu)
Aquí tenéis el blog de Rea: http://senoshacecortoeltiempo.blogspot.com.es/

2º Responder a las 11 preguntas que te haya hecho quien te encargó el premio.

1. ¿Qué estilo de música te gusta más?
Ninguno en concreto, voy desde la música gótica al pop ehehe~

2. ¿Qué tipo de libros lees más a menudo?
Fantasía.

3. ¿Cuál es tu lugar favorito para relajarte?
MI CAMA. Lolno, una hamaca o tumbada en la hierba.

4. ¿Qué haces cuándo no tienes nada que hacer?
Quejarme sobre lo aburrida que estoy.

5. ¿Piensas que los chicos perfectos solo existen en los libros?
¡CLARO QUE NO! También en las películas ewe

6. ¿Tienes hermanos o hermanas?
Nope.

7. ¿Cuándo es tu cumpleaños?
El 1 de Julio.

8. ¿Cómo te definirías?
Impaciente, divertida y con carácter fuerte.

9. ¿Qué cambiarías de ti?
Mi vagueza x)

10. ¿Cuál es tu alimento preferido?
Lasaña.

11. ¿Verano o invierno?
Verano.

(La parte de las nominaciones la junto con el otro premio. Se supone que tienen que tener menos de 200 suscriptores)

Ahora voy con el premio que me he concedido Debo.
Las reglas son:
  • Nombrar y agradecer el premio al blog que te ha concedido la nominación
  • Hacerte seguidor del blog 
  • Responder a las 11 preguntas que te hace
  • Conceder el premio a 11 blogs nuevos, con pocos seguidores.
  • Hacer 11 preguntas a los blogs que nomines
  • Informar del premio a los 11 blogs que nomines.
Aquí os dejo el blog de Debo:  http://thelifeofablackcat.blogspot.com.es/
Conste que me hice su seguidora, pero porque me gustó su blog, no por las reglas ;3;
Las preguntas:

1. ¿Qué les inspiró a escribir en primer lugar?
Leer y la escuela, cuando nos hacían escribir historias.

2. ¿Cuál fue la primera historia/cuento/novela que escribieron? Fuera terminada o no.
Se llamaba La leyenda de Ryuu Tora y no la terminé uwu

3. ¿Alguien de su entorno cercano sabe que escriben?
Síp, bastante gente, mis padres, mis tíos, algunos amigos...pero que yo les permita leerme, muy pocas personas. 

4. Personaje favorito de tu propia historia.
(¡¿Cómo me haces esto, Debo?!) Siendo sincera, no puedo decidir por uno solo. Pero si tuviera que decir uno...Heline. 

5. Personaje favorito de alguna blognovela que leas.
KOREN <3 

6. ¿Prefieres escribir directo en la computadora o en un cuaderno primero?
Pues no lo sé. Siempre había escrito en el ordenador directamente, pero el otro día probé a mano y me gustó...mmmmhhh...

7. Género favorito para leer o escribir (fantasía, romántica..)
Fantasía.

8. ¿Qué crees que es lo más importante para un blog?
Que el autor conecte con los lectores.

9. Serie de televisión favorita.
Once Upon a Time (Érase una vez) o Game of Thrones (Juego de Tronos)

10. ¿Escribir con música o sin ella? Y si es con ella, ¿qué cantante/estilo?
Para inspirarme suelo usar música céltica, gótica o de bandas sonoras.

11. Libros favoritos.
El castillo ambulante y Fairy Oak.  Hay muchísimos otros que me gustaron, pero favoritos de verdad, esos dos. 

Volvemos con el problema de que sigo pocos blogs n_nU
Bueno, aquí van mis nominaciones:


Como las reglas de ambos premios eran hacer 11 preguntas nuevas a los nominados, os dejo las vuestras:

  • ¿Odiáis/no os gusta nada algún libro que a todo el mundo le encante? Si la respuesta es sí, ¿cuál?
  • ¿Cuál pensáis que es el estereotipo más usado en personajes femeninos?
  • ¿Cantas en la ducha?
  • ¿Has encontrado una película que sea mejor que el libro? Si es así, ¿Cuál?
  • ¿Te gusta estar rodeado de gente o prefieres que te dejen tranquilo?
  • ¿Has visto el Señor de los Anillos? ¿Te gusta?
  • ¿Prefieres que los bloggers respondan a los comentarios o no?
  • Un personaje de un libro que te guste que no soportes.
  • ¿Película favorita de Disney?
  • ¿Qué piensas de las arañas?
  • Supongamos que tuvieras que hacer un viaje de aventura en un mundo desconocido con un acompañante. Puedes elegir entre una niña que controla la tierra, un pre-adolescente medio vampiro y medio demonio, una mujer del desierto que trata con dragones y un hombre pelirrojo de familia noble. ¿A quién escogerías?


Ahora os dejo el adelanto del capítulo 16, parte 2: (Es pequeño jeje~ pero tengo mucho más escrito, solo que no quiero daros tanto spoiler. Ignorad si hay faltas o incoherencias, está sin corregir)

El niño se distrajo al verlos llegar y su contrincante lo derribó de un golpe.
Julian pensó en ir a ayudarlo a levantarse, pero Laplass Geneviev empezó a aplaudir con una clara cara de satisfacción.
Muy bien Deban, si sigues esforzándote tanto quizá consigas vencer a mi hija cuando empieces a tener canas.
La niña giró sobre sus talones e hizo una reverencia burlesca al muchacho que acababa de derrotar. No parecía mucho mayor que ella, pero sí la superaba en grandes proporciones en altura y sin duda alguna, en fuerza. Julian se sintió un poco intimidado ante la mirada de rabia que les dirigió el chico. Recogió su espada y se fue quitándose el sudor de la frente, sin mediar una palabra más con ellos.
Cuando se hubo ido, la niña de alborotada melena rubia se acercó a ellos casi dando saltitos y clavó unos grandes ojos grises en Julian, el cual, cada vez se sentía más incómodo.
Da gusto ver que sigues en forma, princesita—comentó jovialmente su padre, dándole una fuerte palmada en la espalda. Julian no estaba seguro de que el término “princesita” le cuadrara mucho con esa fierecilla—Te presento a Julian DuFrain, el Elementar del Viento.












lunes, 1 de julio de 2013

Me han denunciado el Tuenti JEJE

Sí, bueno, últimamente estaban denunciando a algunas amigas Bloggers mías y temiendo que me hicieran lo mismo a mí, decidí ser precavida y hacer un evento pidiendo la lista de contactos que me leían.
Por casualidad, poco después de hacer el evento, alguién decidió que sería divertido darle al botón de Denunciar, ¡ a ver qué pasaba ! 

VAAAAAAAAAAAYAAAAAAAAAAA, QUÉ COINCIDENCIA. Nada más hago un evento para tener asegurados a mis lectores y ¡ ops ! adiós Mis Historias Fantásticas.



Informo de que ya he vuelto, con el nombre de Gaby Chevalier, por si queréis agregarme. 
No os preocupéis, lectores, lo nuestro es un amor difícil, pero por mucho que nos quieran separar, siempre volveré T^T *música dramática de fondo* 

PD: ¡Hoy cumplo 16 años! ♥ Y nadie en mi historia tiene esa edad. ME MARGINAN. 
PD.2: La segunda parte del capítulo 16 (¡el 16 me persigue!) está en marcha. Aunque me temo que me voy a París dentro de poco, así que posiblemente tengáis que esperar aún <_<