Quería hablaros también de un chico nuevo en Blogger: Tom y su blog Inviernos Literarios . Está empezando, sube reseñas, Booktags y etc. Está en construcción y promete mucho, así que me gustaría que si tenéis un minuto os pa
Chelsea
llegó al patio de entrenamiento del castillo poco después de que
Scarlett acabara de leer la carta. Esta se encontraba perdida en sus
pensamientos, con la mirada pegada en el papel, leyendo una y otra
vez las líneas. Chelsea se acercó en silencio y tiró a sus pies un
bulto envuelto en harapos. Scarlett se sobresaltó.
—¿Vas
a comerte más la cabeza con eso o vas a venir conmigo?—preguntó
con voz áspera, pero con las comisuras de sus labios ligeramente
elevadas.
Scarlett
se levantó de inmediato. Chelsea era menos fiera, pero le imponía
más respeto incluso que el general Walter.
—¿A
dónde vamos?
—A
dar un paseo.—llevaba cargando a la espalda un carcaj, un arco
atravesado por su brazo, una espada y una daga en el cinturón. Le
hizo una seña para que recogiese el bulto del suelo—Recoge eso y
trae a Phuria fuera, ya mandé a Kira ensillarla antes.
—¿A
Kira?
Chelsea
bufó algo molesta.
—El
nuevo potro, el blanco, necesitará clases de doma urgentes. Casi me
lleva la mano de un mordisco.
—¿Évein?—dijo
Scarlett incrédula—Pero si es muy tierno...
La
mujer empezó a andar sin darle tiempo a más réplicas.
—¡Apura!
—¡Sí!
Se
dirigió hacia los establos y abrió la puerta de la cuadra donde
dormía su yegua. Esta la recibió feliz, contenta de verla después
de tanto tiempo sin haber salido juntas. Scarlett acarició sus
crines blancas también complacida con su compañía. Un hocico le
golpeó en el brazo y al girarse vio a Évein, aún un potro, pero ya
grande. Le sorprendió lo mucho que había crecido en tan poco
tiempo, aunque recordaba las palabras de Kira cuando la había
avisado de que sería un caballo un tanto especial. También a él lo
acarició con cariño. El potro se dejó hacer.
Scarlett
sacó a Phuria del establo y la llevó de las riendas junto a
Chelsea, que la esperaba a las puertas del castillo montada en un
caballo tordo. Los guardias las dejaron pasar sin problemas y ambas
salieron al trote. Scarlett notaba a la yegua cansada, quizá aún no
recuperada del parto. Sintió compasión por ella y no la forzó,
dejando que fuese tras el caballo de Chelsea durante todo el
trayecto.
Apenas
llevaban viente minutos de camino cuando Chelsea aminoró la marcha.
—¿Ya
hemos llegado?—preguntó Scarlett, que esperaba un viaje más
largo.
Se
encontraban en el claro de un pequeño bosque. La luz entraba a
raudales y el sitio tenía muy buena visibilidad. Parecía un lugar
muy tranquilo.
Poco
duró la tranquilidad, cuando una enorme ráfaga de viento la tiró
de la silla. Scarlett se levantó del suelo confusa y vio a Chelsea
de brazos cruzados, mirando hacia un punto en concreto. Luego oyó
unos gritos de frustración cada vez más cercanos.
—Será
mejor que vaya a atar a los caballos lejos de aquí o esos dos
idiotas acabarán por hacerlos huir.—dijo Chelsea, bajándose y
marchándose a atarlos a un árbol.
—¡Julian!—gritó
Scarlett, siguiendo el sonido de los gritos—¿Kira? ¡Estoy aquí!
Vio
a Julian a lo lejos, sudando y con aspecto de estar cabreado. Lo
saludó.
—¡Ser
rastrero, inmundo, desgraciado, deshonroso! ¡Ven aquí y pelea como
un hombre!—gritó con el viento girando a su alrededor en pequeños
remolinos.
De
repente Scarlett notó que tenía a Kira pegado a su espalda y dio un
brinco, pero el híbrido la agarró por los hombros y se escondió
detrás de ella.
—¡Se
llama usar los medios! ¡Deberías recordarlo para la
prueba!—contestó también en un grito Kira.
Scarlett
miró a Kira sonriendo.
—¿Estáis
entrenando?
Kira
rió.
—En
realidad creo que intenta asesinarme y declarar que ha sido un
accidente. Pero sí, podríamos llamarlo entrenar.
—¿Qué
hiciste ya?
—¿Qué
estáis cuchicheando?—protestó Julian señalando a Kira
acusadoramente—¡No hemos terminado, híbrido, ten la decencia de
acabar lo que empiezas!
—¿Le
dejo seguir con la falsa esperanza de que va ganando o hacemos que
afronte la dura realidad?—murmuró Kira a Scarlett al oído.
Scarlett
se apartó.
—Creo
que podríais dejarlo en un empate.
Chelsea
volvió en ese momento y les entregó un arco a cada uno. Scarlett lo
cogió no muy segura: el tiro con arco nunca había sido su fuerte.
Julian y Kira tampoco parecían contentos.
—No
pongáis esas caras. Kira, ven conmigo, tú me ayudarás a
enseñarles.
Kira
se encogió de hombros y pasó al lado de Chelsea.
—Preferiría
que me dieras una espada, pero no puedo negarme a la petición de una
dama.
Chelsea
le dio un codazo brusco y Kira hizo un gesto de dolor.
—El
manejo de las armas no se basa solo en ir dando estocadas a diestro y
siniestro. Tenéis que conocer todas las armas, porque vuestros
rivales y enemigos lo harán y habrá ocasiones donde tendréis que
coger lo primero que tengáis a mano. Además,—dijo, mirando a
Julian—el viento es un elemento fundamental en el tiro. Antes de
nada, una pregunta: ¿qué es lo primero que se debe aprender en el
tiro con arco?
—¿A
apuntar?—inquirió Scarlett tímidamente.
—No.
A sujetar el arco de la forma adecuada y a posicionar el cuerpo.
Kira, ayuda a Scarlett, yo estaré con Julian.
—Creía
que los Salvatores os habían nombrado solo para darnos la
información, no para prepararnos.—dijo Julian.
Chelsea
arqueó una ceja y le colocó la espalda algo agresiva.
—Ha
sido decisión de Dáranir...a petición mía. ¿Algún problema?
—Ninguno.—Julian
miró a Kira ceñudo—Aunque no creo que necesites ayuda para
entrenarnos.
Chelsea
sonrió.
—Oh...—le
lanzó una mirada confiada a Kira—Pero es que él os va a enseñar
algo que yo tengo prohibido.
Los
tres se miraron entre ellos sin entender.
—¿Algo
que tú tienes prohibido?
—Scarlett.—la
llamó la guerrera, con el semblante serio de nuevo. Tenía la cara
de ser capaz de matar a alguien si se le ponían delante—¿Recuerdas
lo que te hizo Strone Walter en la primera prueba?
Un
escalofrío le recorrió la espalda al recordar la herida de la
pierna. Aún le dolía, aunque la medicina que le había dado Larissa
había sido muy efectiva.
—Eso
fue juego sucio.—gruñó Julian.
—Lo
sé. Se suponía que los ataques debían de ser frontales, nada de
atacar por la espalda. Pero los jueces no pusieron ninguna pega.
Dáranir y yo intentamos que se le impusiera alguna sanción.
Scarlett
se sintió en deuda con sus dos mentores, pues hasta el momento no
sabía que nada de eso había ocurrido.
—No
quiero que haya una próxima vez, ¿entendido?—la segunda al mando
le puso las manos en los hombros y Scarlett asintió—Para eso
tienes que saber evitar los golpes bajos y el juego sucio. ¿Y qué
hay que hacer para evitar algo?
En
la cara de Kira se extendió una sonrisa perversa.
—Conocerlo.
—¿Quieres
que respondamos con la misma moneda?—dijo Julian sorprendido.
—Por
supuesto que no. Sois futuros Guardianes, no una panda de asesinos
callejeros. Pretendo enseñaros a esquivar y defenderos de los
ataques basados en las trampas y a mala fe. Para eso—volvió a
mirar a Kira, quien parecía ahora mucho más animado—necesitamos a
alguien que use ese estilo.
Julian
rodó los ojos.
—Deberías
considerarlo como un insulto, no te estamos halagando.
—Simplemente
tenemos distintos conceptos de el honor. Para mí significa no matar
a niños y sus madres como un juego de caza y para vosotros atacar de
frente como toros.
Julian
iba a saltarle al cuello, pero Chelsea intervino y lo empujó para
separarlo.
—¡Eh!
Espero que te comportes Julian, o sino te prometo que habrá
problemas. ¡Y tú!—dijo girándose hacia el híbrido—¡O dejas
de provocarle o te vas de aquí!
Kira
arqueó las cejas.
—Fuiste
tú quien me pediste ayuda.
—Vale,
vamos a calmarnos todos un poco.—intervino Scarlett. Levantó su
arco y sacó una flecha.—¿No nos ibais a enseñar cómo disparar?
A
Kira se le pasó el mal humor enseguida y se acercó a ella para
ayudarla a colocarse. Julian siguió con mala cara durante el resto
del entrenamiento.
Tras
bastantes intentos, Julian había mejorado mucho. Ya había
practicado el tiro con arco desde pequeño, aunque no se había
molestado en volverse bueno, porque dedicarse a controlar su elemento
era más importante. Chelsea estaba bastante contenta con sus
resultados: sus flechas casi nunca erraban, pues cuando veía que no
iba a dar en el blanco el viento intervenía a su favor.
Scarlett,
por su parte, tenía más problemas. Era prácticamente la primera
vez que cogía un arco y aunque había conseguido la postura y tenía
la fuerza suficiente para disparar, la puntería era un tema a parte.
Kira resultó ser un profesor paciente y animado, algo a lo que no
estaba acostumbrada después de haber tratado con el general Walter y
Chelsea como únicos mentores en combate y armas. Le gustaba el
cambio. Su puntería no mejoró mucho a lo largo de la tarde, pero al
menos sabía que estaba dando todo lo que podía de sí motivada por
el medio demonio.
Pararon
para hacer un descanso y Scarlett sacó un tema que la tenía
preocupada.
—Chelsea,
¿se ha sabido algo de los ataques a las aldeas?
Chelsea
alzó la cabeza.
—No
es de tu incumbencia.—respondió con sequedad.
—Se
baraja la posibilidad de que haya sido Ozirian o los grupos
rebeldes.—dijo Kira.
Chelsea
le dio un puñetazo en el brazo, pero el híbrido no se inmutó.
—¿Y
tú cómo sabes eso?—interrogó Julian.
—No
es de tu incumbencia.—dijo Kira con sorna.—Aunque es algo triste
que esté más informado que vosotros.
Chelsea
se levantó, como dando por finalizado el descanso.
—Entiendo
que estáis preocupados, pero la Guardia está tratando de controlar
la situación y no ha habido más ataques por el momento.
—Por
el momento...—murmuró Kira con una leve sonrisa.
Chelsea
se puso tensa y lo encaró.
—¿Te
hacen gracia las masacres?
—Me
hace gracia que digáis que tenéis la situación controlada.
Scarlett y yo os avisamos tras el primer ataque que los causantes son
Heline y otros seis jinetes.
Eso
atrajo la atención de Scarlett. Kira y ella les habían contado al
resto de miembros de la Casa Gris lo de Heline y que había demonios
inferiores sueltos por el Submundo, pero el híbrido prefirió
callarse los detalles de los seis jinetes negros. A ella tampoco le
había contado mucho, solo que venían del Inframundo y eran híbridos
como él.
—Puede
que haya tensiones, pero no van a culpar a Ozirian.—dijo Chelsea
dirigiendo una mirada dura hacia Kira.
—No,
culparán a los rebeldes.—respondió este.
Chelsea
y Julian se miraron durante un breve instante y luego desviaron las
miradas. Kira y Scarlett lo percibieron.
—Déjame
adivinar: no os creéis lo de Heline y los jinetes...
—¡Pero
es cier...!
Chelsea
cortó a Scarlett en mitad de la frase.
—¿Acaso
los has visto hacerlo? Los seis famosos jinetes bien podrían ser
rebeldes encapuchados. Sin rostro no hay identidad.
—Pero
Heline...
—¿La
has visto?
—No,
pero me mandó un mensaje y...
—Cualquiera
puede escribir un mensaje y romperle los dedos a una niña.
Scarlett
se levantó apretando los puños. Aún recordaba cuando Heline la
había torturado en el Inframundo.
La
pelirroja notó una mano en su hombro y supo que Kira estaba detrás.
Estaba sujetándola para que no empeorarse la discusión. Scarlett
miró a Julian en busca de apoyo.
—Julian,
tú incluso luchaste contra Heline. Tú la viste.
—Cierto.—afirmó
el Elementar—Eso fue en el Infierno, Scarlett. Desde que volvimos
hemos advertido de que esas criaturas siguen revoloteando en su mundo
y que planean hacer algo en este, pero quizá nos hayamos excedido.
¿Y si cualquiera nos escuchó y extendió rumores? Podrían haberse
enterado de toda la historia y usarla para cometer estos crímenes
teniendo de tapadera a los demonios.
—Yo
vi a Heline. Aquí. En el Submundo.—dijo Kira cruzándose de
brazos.
Julian
bufó.
—Tu
palabra de poco nos sirve.
Chelsea
pareció pensárselo un poco más.
—Dáranir
se fía de ti...pero yo no sé qué pensar. Llevamos ya un tiempo
contigo, híbrido, podrías decirnos qué eres. Ya va siendo hora.
Scarlett
notó la mano en su hombro tensarse.
—Si
tu capitán se fía de mí no necesitas más.—dijo con una sonrisa.
Scarlett
también empezaba a sentir la tensión.
—Oh,
por favor.—gruñó Julian, levantándose también—Creo que está
bastante claro lo que es.
—Yo
no lo tengo tan claro.—dijo Chelsea.
—Ilumínanos.—le
animó Kira.
—¡No!—gritó
Scarlett, elevando más el tono de lo que pretendía. Todos la
miraron sorprendidos, menos Kira, que sonreía con algo de lástima
hacia ella. Sus mejillas empezaron a arder.—Quiero decir...¿a
quién le importa? Todos...todos merecemos tener nuestros secretos.
Scarlett
miró a Chelsea fijamente, a propósito, y Chelsea entendió el
significado de aquella mirada.
—Todos
merecemos tener nuestros secretos...—repitió la guerrera, medio
sonriendo.—Qué diplomática. Está bien, dejémonos de inútil
palabrería. Los mayores nos encargaremos de los asuntos de política.
Vosotros ya tenéis bastante con lo vuestro. ¡Fuera arcos! Vamos a
prepararnos un poco con la lucha cuerpo a cuerpo. Kira, a ver qué
sabes hacer.
—Será
un placer.—dijo crujiéndose los nudillos.
Fue
la parte más divertida del entrenamiento. Kira decidió que lo
atacaran los dos a la vez en un principio, aunque le pidió a Julian
que intentase usar lo menos posible su elemento. Cuando les incitó a
que fuesen a por él, Scarlett no supo qué hacer. Nunca había
visualizado a Kira como un enemigo, ni tan siquiera combatido contra
él de forma amistosa. Julian, por su parte, no tenía esa clase de
problemas. Atacó con toda su fuerza y voluntad, aunque jugó limpio
y no usó el viento. Kira esquivaba los ataques con ridícula
facilidad, riéndose del joven e incitándolo a seguir atacando.
—¡Vamos,
podéis hacer trampas!—gritó Kira, subiendo a un árbol y
sentándose en una rama.—Scarlett, si no te mueves tendré que ir
yo a por ti.
La
pelirroja se puso alerta. Antes de que pudiera acercarse, ya tenía
la espalda de Julian delante, cubriéndola.
—¡Voy
a enseñarte algo!—le gritó Kira desde el árbol.—Sois demasiado
débiles cuerpo a cuerpo para ir contra mí, pero...cambiemos los
oponentes. ¡Julian! ¿Te importa ir contra la pelirroja?
Julian
se giró y miró a Scarlett, esperando su aprobación. Ella asintió.
—Como
ya sé que aquí el caballero de brillante armadura no se dignará a
golpear a la señorita y la señorita otro tanto...ganará quién
tumbe al otro en el suelo antes y lo mantenga así durante diez
segundos.
Kira
bajó del árbol de un salto y se acercó a Scarlett. Le susurró
algo al oído y esta se sonrojó.
—Llévalo
a la práctica.—fue lo único que dijo, guiñándole un ojo.
Julian
fingió ignorar esto y esperó el ataque de Scarlett. Ninguno de los
dos quería realmente luchar contra el otro, así que empezaron con
un débil forcejeo, un tira y afloja que no llevaba a ninguna parte.
Kira bostezó.
—Me
aburro.
Scarlett
reaccionó. Le agradaba Kira como profesor y sentía que necesitaba
impresionarlo, al igual que con Chelsea. Se disculpó con Julian
mentalmente e intentó ponerle la zancadilla a traición. Julian se
sorprendió y se tambaleó, pero mantuvo la compostura. El intento
fallido atrajo la atención del híbrido.
—Julian,
podrías tumbarla y lo sabes. ¡Vamos!
La
sorprendida esta vez fue Scarlett cuando vio que Julian también
parecía querer tomárselo en serio y hacer caso a Kira. Empezó a
presionar y empujarla con más fuerza y Scarlett pronto se vio
chocando contra un árbol, las manos entrelazadas con el Elementar y
ambos con la vista fija en el otro, ceñudos sin querer dejarse caer.
De pronto Julian la agarró por los tobillos y la tiró al suelo.
Scarlett gruñó frustrada. Pero recordó lo que le había dicho Kira
al oído antes de empezar y se dejó tumbar por Julian, mas cuando lo
tuvo encima le cogió la cara con las manos, dulcemente, y la acercó
a la suya. El rostro del Elementar empezó a arder y la miró confuso
con los ojos abiertos de par en par. Aprovechando el momento de
confusión, Scarlett le dio un codazo en el estómago y los papeles
cambiaron. Lo puso cara al suelo y le colocó los brazos tras la
espalda, sentándose en esta impidiendo que se levantara. Los
intentos que el muchacho hizo fueron detenidos severamente por
Scarlett, que lo mantuvo contra la hierba durante los diez segundos.
—Ocho...nueve...¡diez!—Kira
empezó a reírse y aplaudir—¡Esa es mi chica, jugando sucio!
La
carcajada de Kira fue como música para los oídos de Scarlett. La
invadió un sentimiento de orgullo y autocomplacencia. El corazón le
palpitaba acelerado. Sabía que no había sido gran cosa, una mera
práctica, pero se sentía como un niña pequeña siendo alabada.
Miró a Kira, feliz, y este le devolvió la sonrisa.
—¿Puedes
sacarte de encima?—preguntó Julian mirando al suelo. Le temblaba
algo la voz, no sabía si de rabia o de vergüenza, pero aún estaba
sonrojado.
Scarlett
volvió en sí y se apartó rápidamente, ayudándolo a levantarse.
—¡Lo
siento!—se disculpó, sacudiéndole la tierra de las ropas. Quizá
se había pasado un poco.
Julian
la agarró de las manos, parándola.
—Tranquila.
Se supone que había que hacer trampas y bueno, tú...me engañaste
muy bien.
Scarlett
rió nerviosa.
—S-supongo...
Pasaron
el resto del día entrenando en el claro del bosque: tiro, espadas,
armas cortas, incluso escalada y caída, lo que a Scarlett no le hizo
mucha gracia. Aún conservaba algo de su miedo a las alturas.
Chelsea
y Kira se compenetraron para enseñarles cada uno cosas útiles de su
propia cosecha. Mientras que Chelsea era mejor en el combate cara a
cara y la resistencia, Kira era bueno con la evasión y los ataques
sorpresa. Estuvieron practicando hasta el atardecer y los dos
aspirantes a Guardián acabaron exhaustos y magullados. Decidieron
que continuarían mañana con el mismo horario y así todos los días
hasta la prueba. Harían cosas diferentes cada día y reforzarían
sus puntos débiles, les dijo Chelsea, para estar bien preparados y
lo más importante, con una buena base general.
Ya
cerca de la puesta de sol, María y Dáranir se reunieron con ellos.
Habían estado entrenando por su cuenta cerca de allí. María venía
contenta y se apresuró a acercarse a Scarlett, emocionada y al
parecer, para nada cansada. Nadie podría decir que llevase todo el
día entrenando.
—¡Scarlett!
¡Podemos ser compañeras de equipo en la segunda prueba!
—¿Qué?—Julian
intervino—Scarlett viene conmigo.
—Veamos...—dijo
Kira—tenemos que hablar acerca de los Salvatores. Los tuyos en
concreto, July, te han hecho el favor de librarte de cargas: irás
solo en la prueba.
—¿¡Qué!?—gritó
Julian girándose en redondo y encarando a Kira—¿¡Y cómo es eso
una ayuda!?
Kira
puso cara de circunstancias.
—En
realidad lo será.—dijo Dáranir—No podemos hablar sobre los
detalles, tampoco sabemos todo.
—¿Y
no sería mejor que María también fuese sola?—preguntó Scarlett.
No dudaba del potencial de su amiga, aunque sí albergaba dudas sobre
el suyo propio. No quería ser un inconveniente para ella.
María
hizo pucheros.
—¿Es
que no quieres ir conmigo?
—¡No,
no, no! ¡Al contrario! Si lo piensas fríamente, yo no soy la mejor
elección como compañera...
La
cara de la chiquilla cambió por una sonrisa radiante.
—¡Bobadas!
¡Está hecho, pues, somos un equipo!
—¿Y
ellas no tienen ninguna ayuda más de los Salvatores?—inquirió
Julian preocupado.
—Claro
que sí.—dijo Dáranir.—María ya está informada de los suyos, y
Scarlett...
Chelsea
hizo un gesto a Scarlett para que se acercara. Sacó unas flechas
atadas con un lazo de cuerda fina y se las entregó junto con un
sobre. Eran negras y la punta brillaba de una forma extraña. En el
sobre solo aparecía un nombre: Viuda negra.
—¿Viuda
negra?
—Déjame
decirte que sea quien sea, se ha lucido.—admitió Chelsea,
admirando las flechas—No son flechas normales y corrientes, las
llaman Sagittae Ignis.
—¿Ignis?
¿Como el dios del fuego?
—Precisamente.
Tienen una propiedad muy curiosa: hacen aparecer llamas cuando su
punta entra en contacto con cualquier tipo de líquido.
—Vaya...—Scarlett
las acarició impresionada. Relucían.
—Sí,
vaya. Un regalo muy aducado para la Elementar del Fuego. Sin embargo,
no te servirán de nada si no tienes puntería—dijo Chelsea con
severidad, bajándola de las nubes.
Scarlett
asintió. Por fin, abrió el sobre y leyó su contenido. Era una
carta muy breve. Tan solo tres palabras.
—¿Qué
dice?—preguntó María sin poder contenerse más.
Scarlett
sonrió y guardó la carta en su bolsillo.
—Dice:
“Confía en ti”.